Angelina B. Gradas.

Atlixco. Mientras en la danza de los Huizos de la colonia Ricardo Treviño se representa la batalla eterna entre el bien y el mal, Isaura Carlos, coordinadora de los 35 danzantes, señaló que el mal está aplastando a este grupo a través de la falta de apoyo, pues para el gobierno actual no son necesarios en eventos como el festival Atlixcáyotl.

Reconoció que, sí participaron en el convite del Atlixcayontli, pero para el momento de la fiesta chica ya no; “aunque al final la presidenta de la Asociación no dijo que siempre si pasáramos, la verdad muchos de los Huizos ya se habían retirado y además íbamos a tener que improvisar y eso no es justo, por ello ya no bailamos ese día”, relató Isaura.

Tratando de buscar una justificación del porqué son ignorados argumentaron que es debido a que no son una danza estética, como la del calabaceado con las chinas y los charros atlixquenses, los danzantes representan a demonios que vienen del inframundo con ropas rotas, caras mal pintadas o máscaras grotescas, hombres usando ropa de mujer y a la inversa; “Son demonios, salen a hacer maldades cada año, no pueden ser estéticos, el mismo Cayuqui lo relata”, indicó María de Jesús Jiménez una de las creadoras del documental “Huizos; la danza entre el bien y el mal”.

Comentaron que durante décadas han intentado que se le reconozca como la danza representativa de la ciudad, la danza urbana de Atlixco, pues nace de la leyenda de la lucha entre San Miguel y el Diablo, la cual data desde la época de la evangelización, es decir hace más de 50 años.

Los huizos son un ejemplo de resiliencia, por lo que solicitan al gobierno municipal deje de ignorarlos y les de la importancia que tienen dentro de la identidad local; “Los huizos se cansan de ser rechazados por no ser un grupo atractivo como las solareñas, pero no por ello de menor importancia en la cultura, historia y tradiciones de este municipio”.

Pese a esto abren la invitación a todo atlixquense que quiera sumarse a este grupo, pues danzaran el 29 de septiembre por la noche, en los andadores de la colonia Ricardo Treviño, antes de que San Miguel vuelva a encerrar en la ermita al Diablo.