Angelina B. Gradas

Atlixco. Son las 5 de la mañana con 40 minutos y la chicharra del chat empieza a sonar. Se trata del grupo de mensajería instantánea con el que se busca la cohesión social entre los habitantes del polígono 3 del fraccionamiento Valle Real de la colonia Tehuixpango, en Atlixco. Son más de mil 500 habitantes de esta sección que forma parte de Valle Real, un fraccionamiento de más de 3 mil casas.

En este chat se  promueve el desarrollo económico de los participantes; ofrecen memelas, quesadillas, tortillas, postres, objetos de uso, regalos en fechas especiales, también para señalar algunos usos y malas costumbres entre vecinos, ahí se crean y liman asperezas.

Por tratarse de una célula habitacional cerrada el chat se convierte en el medio para saber sobre la llegada del gas, el de las tortillas, el del agua o la del pan, así como se solicita informes si alguien pidió Uber eats o con “Los Mandaderos” algún producto. Nadie entra sin previa autorización y revisión, esto forma parte del proceso que decidieron llevar para mantenerse seguros. 

Sirvió también para coordinar a los vecinos durante el proceso de rehabilitación del pavimento que realizó a lo largo de dos meses el gobierno municipal en turno, un trabajo sobre 119.28 metros cuadrados.

“Se organizaron bien, no tenemos reportes de daños o robos a ninguno de los coches que se quedaron fuera durante el tiempo de la obra”, comentó una fuente cercana al gobierno local respecto al cuidado que tuvieron de las unidades.

Esto facilitó que la empresa encargada de los trabajos acabará mucho más rápido, pasando de 80 días programados para solo 60. Hoy el polígono tres tiene un nuevo rostro. Hoy los niños salen en patines, patineta, monopatines, bicicletas a jugar. Gracias a la organización de los vecinos quienes en conjunto con los otros dos polígonos hace 7 años empezaron la municipalización del fraccionamiento el cual se concretó en el año 2019.

Esto les permitió acceder a recursos gubernamentales a ser contemplados en los Consejos de Planeación Municipal (Coplademun), sus representantes desde entonces insistieron en traer obra pública para la unidad habitacional en sus diferentes secciones.

Pues la falta de certeza jurídica en la que los dejó HOMEX al declararse en bancarrota les generó problemas no solo en el aspecto de sus calles o en la calidad de las casas, si no que paracaidistas llegaron a las casas deshabitadas, muchas fueron saqueadas, se convirtieron los vecinos en presa fácil de los delincuentes de robo a casa habitación debido a la amplitud de los polígonos y a la lejanía con el centro de la ciudad que impedía que llegaran de inmediato los elementos policiacos ante el reporte de un robo.

Además de esto la falta de cohesión social, pues los vecinos muchas veces no se conocían o desconocían si los de enfrente eran dueños o inquilinos. Todo esto obligó a los propietarios del polígono 3 a organizarse para implementar la vigilancia en la entrada y estar más al pendiente de lo que sucedía en el lugar.

“Recuerdo que escogí mi casa en la calle con vista al volcán, cuando la vi pensé que era bonita, apenas llevo 15 de 30 años pagándola, con patrón y sin patrón, sigo pagándola, fue lo que alcancé con mis puntos de Infonavit y aunque la rento para pagar la mensualidad en verdad daba pena como se había ido transformando para mal las calles, parecía tierra de nadie, hoy se ve diferente”, comentó Joaquín uno de los dueños.

En el 2008 se empezaron a entregar las viviendas de una sola planta, una o dos recamaras, sala comedor cocina, patio de servicio y entrada para un coche, todas con un árbol en su mini jardín, igualitas, parecía un fraccionamiento de película.

Con el paso del tiempo la mala calidad de los trabajos realizados por la empresa HOMEX de los hijos de Martha Sahagún fueron brotando. La calle del Prado, que es el acceso principal, se convirtió en un camino de terracería y así vivieron por años dueños e inquilinos de este lugar.

A 15 años de su creación este 23 de marzo cuenta con pavimento nuevo, llenando de nuevas vibras a los vecinos quienes hacen propuestas para que la entrada se vea mejor, donan material para la rehabilitación de la caseta de vigilancia, proyectan la instalación de cámaras y continúan buscando tener un lugar digno donde vivir y ver crecer a sus hijos.

Ahora el reto es mantenerlo y cuidarlo, el reto es continuar con la buena vecindad y que el chat siga sonando para reforzar el tejido social.