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Huilango la tierra del café arábigo en Tochimilco

 

Angelina B. Gradas

Tochimilco. En Huilango, bajo la sombra de los jaquinicuiles, las granadas, las guayabas, las chirimoyas crecen las matas de café. Un café que reclama su reconocimiento por orgánico y de tipo arábigo, que además crece a 2 mil 100 metros de altura sobre el nivel del mar, fertilizado con tierra de hoja y ceniza volcánica, regado con agua del manantial proveniente de los deshielos del volcán Popocatépetl.

Huilango, arrastradero de maderas

Desde épocas ancestrales los habitantes de la junta auxiliar de San Francisco Huilango cuentan su propia historia. Se trata de uno de los pueblos originarios de la entidad poblana, específicamente de la región de Atlixco. Sus raíces se remontan tiempo atrás a la conquista, cuando las familias fundadoras de este pueblo eran dueñas de los campos.

Huilango que en náhuatl significa “Arrastradero de maderas”, porque cuentan la historia que es trasladada de generación en generación, que en aquellos tiempos los habitantes de esta comunidad ubicada a orillas de la carretera estatal Atlixco-San Juan Tejupa subían a las faldas del volcán Popocatépetl a cortar madera, la cual arrastraban con sus animales de carga por todos los campos para llevarla a vender comunidades abajo, pues se usaba para la construcción de las chozas.

Efrén Cortés, cronista de esta comunidad relató que antes de la conquista, existían los campos Colotlali, Cuamatitla y Ahuahuatitla, con la llegada del “encomendero” español Diego Nicolas, todas las familias se reunieron en el centro en donde se dice, existía una pirámide y actualmente permanece el templo apolinado dedicado a San Francisco de Asís.

Fue precisamente este español, allá por el año 1514, quien trazó la población para formar las calles y fue el que permitió que de este lugar se extrajera la piedra para la construcción del convento en Acapetlayuca, hoy Tochimilco la cabecera municipal, a cambio de eso le dio agua a Huilango proveniente del río Huitzilac.

“Fue en ese tiempo que se creó la caja de agua, la cual distribuía el líquido del río para varias comunidades. Por ejemplo, a Huilango le tocaba un orificio del tamaño de pecho de una persona, para Huaquechula del tamaño de la cabeza de un ser humano, para Atzitzihuacan del de una naranja y para Aguacomulican de un limón. Hoy en día esa caja de agua está a la mitad, pues la existencia de poblaciones más arriba ha ido reduciendo el caudal del río y la sequía también”, relató don Efrén, un hombre bajito, moreno, panzoncito quien cargaba en su mochila copias de documentos para avalar sus dicho sobre la historia de su tierra natal.

 

Las huertas de traspatio

Por milenios los habitantes de este lugar han contado con sus huertas de traspatio para el autoconsumo, pues la tierra fértil de la zona les ha regalado árboles de vainas, granadas, chirimoyas, limas, guayabas y café.

Además de que en estos espacios crían gallinas ponedoras de huevo alto en contenido alimenticio y libre de agroquímicos, así como marranos y algunos también tienen vacas, toros y chivos.

Por cada casa hay una huerta de traspatio, en medio de la maleza, junto al cauce del brazo de agua que baja de los manantiales del volcán crecen los productos que ya no solo se sirven en las mesas de cada hogar, sino que en el caso de algunos se llevan al tianguis regional de Atlixco para su venta o como el café criollo que desde hace dos años es el proyecto productivo más importante de esta comunidad.

Huitzilac, el café de altura de Tochimilco

Desde tiempos ancestrales y de manera natural las matas de café criollo emergen entre los miles de hojas que caen secas de los árboles frutales y del bosque en la comunidad de Huilango, este fruto se usó para el autoconsumo generación tras generación.

Los primeros pobladores aprendieron a cosecharlo, secarlo, tostarlo y molerlo para poder disfrutar de esta bebida que tiene alta demanda en el mundo actual. Sin embargo, es hasta el siglo XXI que los desentiendes de estos hombre y mujeres están convirtiendo al café en un proyecto productivo que representa su identidad como pueblo nativo de México.

El primer intento de un grupo de mujeres fue hace dos años, llegaron a una feria del café a nivel estatal; “No habíamos realizado registro, pero nos dijeron que se los mostráramos, lo hicimos y nos desalentaron porque dijeron que no tenía calidad, que había perdido todas sus propiedades, creímos que nos apoyaría entonces con capacitación, pero no fue así y nos fuimos de ahí, la verdad nos desintegramos un poco”, compartió Miriam Matamoros, coordinadora del grupo Café Huitzilac.

Y continuó: “Hace dos meses retomamos este proyecto gracias al impulso del director de turismo de Tochimilco, Felipe Morales, quien además nos explicó que nuestro café es del tipo arábigo, de altura por estar creciendo a 2 mil 100 metros, criollo, sin agroquímicos y artesanal, porque es secado, tostado y molido a la manera que nos enseñaron nuestros padres y abuelos, en comal de barro y molino manual”.

 

Miriam aseguró que están empezando y quieren mejorar este proceso sin que pierda lo artesanal que es pero si que tenga la calidad que pide el mercado, además que de ser posible se sume toda la comunidad para que la derrama económica se quede directamente en casa y sean un precedente para otras comunidades de la región.

Actualmente producen en menor cantidad debido a que solo dos de los ocho participantes tienen huerta de traspatio a esto se le suma que las matas tardan en dar frutos abundantes después de tres años de que emergen de entre el suelo de hojas secas. En tanto que la cantidad de matas de café dependen del tamaño de la sombra de los árboles que los protegen y estos a su vez de las dimensiones del traspatio.

Para acelerar un poco el proceso se han dado a la tarea ayudar un poco a la madre naturaleza sembrando semillas cada determinada distancia, esperando que en tres años las huertas están llenas de plantas de café de al menos de metro y medio de altura.

En tanto realizan la labor de convencimiento con los habitantes que cuentan con plantas de café, una labor titánica porque tienen que enfrentarse a los llamados “coyotes”, que son gente que viene de las ciudades, comercializadores que compran el café ya tostado y molido en 80 o hasta 100 pesos el almur que equivale a kilo y medio.

“Estas personas llegan al pueblo y mediante la ‘dedicación’, que es anunciarse con altavoces, empiezan a llamar a la gente que ya procesó los granos de café que cosecharon en meses anteriores para comprárselos, la gente solita sale y lo entrega; el problema es que estos ‘coyotes’ se los llevan lo empaquetan como si fuera de Morelos o Veracruz y lo venden en ciudades como Atlixco y Puebla, engañando a los consumidores, es algo que ya detectamos y creemos injusto por ello queremos recuperar nuestro café, que lleve la identidad del lugar donde surge”, apuntó Miriam.

Recorridos vivenciales

Finalmente, el director de turismo de Tochimilco, Felipe Morales, señaló que se están dando los primeros pasos para concretar este proyecto productivo que es parte de la identidad de esta población, por lo que por parte del gobierno que representa se están ofreciendo recorridos vivenciales a estas huertas.

 

“Se trata de que la gente venga y conozca todo el proceso y se lleve directamente del productor su café, de igual manera que los comercializadores lo pongan en sus exhibidores, pero con el nombre que les corresponde y no reetiquetandolo”, apuntó el funcionario

Para los recorridos, estos deben ser de 20 personas y se pueden solicitar en la página de turismo del gobierno de Tochimilco en redes sociales. 

 

 

 

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