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Cerro de San Miguel fue centro ceremonial en la época prehispánica de hace más de 400 años
Angelina B. Gradas
Atlixco. Pese a que los rumores de esta confirmación de la leyenda que se conoce desde hace generaciones ya corría entre los atlixquense, el tema se preservó por parte del INAH y las autoridades hasta que pasaran la inauguración del mirador de cristal, la iluminación y el Huey Atlixcáyotl.
Por lo que en un comunicado emitido por INAH se detalla los siguiente: “se localizaron capas gruesas de rellenos constructivos, hechos con tierra y piedras.De acuerdo con los especialistas, estos rellenos fueron un esfuerzo de los pobladores del antiguo señorío de Cuauhquechollan –nombre nahua de Atlixco, el cual significa “el lugar del águila de plumaje precioso”– para nivelar la cima rocosa de este monte de origen volcánico, el cual tiene una peculiar forma piramidal”
Se explica que de estos rellenos se recuperaron fragmentos de vasijas de barro, así como herramientas y ornamentos de piedra, cuya antigüedad, en general, abarca el primer milenio de nuestra era, es decir, corresponden del periodo Preclásico Tardío al Posclásico Temprano mesoamericanos.
Y continúa el texto: “Ante estas evidencias, se programó un pozo más, a excavar en el atrio de la iglesia, con el objetivo de verificar la existencia de algún piso o de restos del templo que habría sido construido en la cima del cerro en la época prehispánica. Realizado al norte de la capilla, dicho pozo permitió ubicar, a escasos 25 centímetros bajo el nivel actual del atrio, restos de un piso de cal y arena, de origen prehispánico, delimitado por un muro de piedras pegadas con lodo”.
Es preciso señalar que da cuenta de que a 90 centímetros debajo de ese muro de piedras, deteriorado por el paso del tiempo y la construcción de la propia capilla virreinal, se halló un segundo piso, el cual permite a los arqueólogos afirmar que sí existió un teocalli en la cumbre del cerro San Miguel, y que este tuvo, al menos, dos etapas constructivas.
Finalmente se especifica que no es posible determinar a qué divinidad pudo estar asociado el templo, puesto que los arqueólogos señalan que fuentes históricas, como la Monarquía Indiana, de fray Juan de Torquemada, y la tradición oral de Atlixco, refieren que las deidades a las que se le rendía culto pudieron ser Quetzalcóatl (creador y civilizador de la humanidad), Tláloc (dador de lluvia) o Macuilxóchitl (uno de los patrones del juego, la danza, el placer y las fiestas).
La conclusión es que, probablemente, otros segmentos del teocalli y mayores pistas para aclarar cuál era su deidad titular aún yacen bajo la capilla virreinal de San Miguel Arcángel. Aún con este halo de misterio, la confirmación arqueológica de aquella antigua creencia popular de más de 400 años, ayudará a fortalecer la identidad de las y los atlixquenses.