Noticias de Atlixco
No más palomitas de San Agustín.
Angelina BG.
Atlixco. En esta ciudad hay personas que parecen parte del paisaje urbano, pasamos frente a ellas todos los días, los vemos ahí como inamovibles, tanto que nunca nos detenemos a preguntar su nombre.
De pronto nos da por ubicarlos como a los objetos, “la señora de las hamburguesas de Telemex”, “la de los sorbetes”, “el viene-viene de CROM”, “la de las gelatinas de Bancomer”, “la de las memelas de la Libertad”…
Y así fue como después de las 15 horas de este 5 de febrero se corrió la voz “ al señor de la palomitas le dio un infarto”, Don José se llamaba el hombre que todos los días llegaba con el tradicional carrito de palomitas a la puerta principal del templo de San Agustín.
Sí, fue un infarto fulminante lo que lo mató, no fue el sismo del 85 ni del 99 ni del 2017, fue su corazón el que se detuvo. Y mencionó los sismos, porque ese hombre vio pasar todos como muchos de nosotros. Decenas de años vendió en ese lugar, unas veces palomitas con sal y otras palomitas acarameladas.
“Mi madre siempre le compraba de las acarameladas, mi madre murió en 1996, cuando yo lo veía en su puesto, ahí en la esquina de la Independencia sentía que una parte de ella seguía ahí, la podía recordar comprando sus palomitas, que el señor le entregaba en la clásica bolsa de papel”, comentó una de la testigos del hecho.
Ciertamente ni los hornos de microondas y los sobres de palomitas instantáneas lograron vencerlo, el señor de las palomitas todos los día salía a vender, delgado él, moreno, su cabello ondulado se había llenado de canas, su rostro de arrugas pero nunca desapareció ese atuendo de camisa blanca con su pantalón color caqui.
Después de la muerte de este hombre -Don José- y la de la señora de las hamburguesas de Telmex -Doris-, algo queda de tarea para los nuevos y viejos atlixquenses, hacer comunidad, conocernos, platicar, no dar por hecho de que siempre van a estar ahí, los que siempre están.