Mujeres de San Pedro Benito Juárez buscan rescatar tejer el ayate
Por: Angelina Bueno
Sirve para la pisca, sirve para poner el itacate de vivos y muertos, fue el lienzo para que la virgen María se manifestará al mundo a través de Juan Diego: el ayate, una pieza ancestral y tejida a través de los siglos con los sueños y suspiros de las mujeres de los pueblos originarios de México.
Juana relata que su madre le decía: “tienes que aprender a tejer el ayate, si no, no te vas a casar”, ahora en pleno siglo XXI está aprendiendo este arte de su suegra, junto con otras cuatro mujeres jovenes de su comunidad, porque en San Pedro Benito Juárez se han dado a la tarea de no dejar morir este objeto que es indispensable para hombre y mujeres que trabajan el campo y que ha sido remplazado por uno de plástico que venden en el tianguis de Atlixco.
Es de resaltar la importancia de este esfuerzo por parte de esta mujeres, pues ya quedan muy pocas de edad adulta que saben usar el telar de cintura para tejer con hilo de ixtle. Se trata de cuadros de aproximadamente un metro cuadrado de que atados de las puntas forman una bolsa capaz de aguantar muchos kilos de semillas, de frutas o de cualquier producto que se coseche en estos campos bañados por la ceniza del volcán Popocatépetl, pues esta junta auxiliar se ubica a 6 kilómetros del cráter el coloso humeante.
La idea relató la regidora de cultura, turismo y tradiciones del gobierno atlixquense, Julieta Camacho Mata, es rescatar este arte para que no desaparezca como la alfarería, para ello se buscará a través de instancias como Secretaría de Cultura o el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) apoyo para poder promover talleres que preserven el acervo cultural del municipio.
Al maguey los hombres le sacan el pulque y las mujeres esperan a que la penca no de más para trabajarla, mediante un proceso largo pero exitoso, paso a paso hasta crear hijos de lo que para ese momento se llama ixtle. De ahí en el telar y con diversos instrumentos hechos a base de madera y barro se va tejiendo con calma
Greroria Rojas, con su tez morena y arrugada por los años trabajando en los campos bajo el rayo del sol y con ese nombre que hace honor a la montaña humeante que tiene a pocos kilómetros de distancia de su casa, ronda los 80 años; habla claro y fuerte, pero ya le cuesta ver los hilos de ixtle que acomodó para enseñar a las nuevas generaciones a tejer el ayate.
Recuerda que aprendió a los 14 años, reconoció que esto fue a fuerza porque su mamá la obligó, pues el ayate es necesario para ir al campo; pero hace 40 años que no tejía, porque ya no había a quien enseñarle pues de sus cinco hijas ninguna quiso aprender.
Las mujeres jovenes al rescate del ayate, oriundas todas de San Pedro Benito Juárez, sus edades oscilan entre los 25 y 40 años. Juana fue la de la idea de juntarlas y convencer a su suegra doña Gregoria de enseñarles. Ahora buscan el apoyo, para que a mediano plazo puedan tener rescatada esta actividad artesanal que está en peligro de extinción.